24 de noviembre de 2010 | Noticias | Derechos humanos
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La mangueira es un árbol, su fruto es el mango y está ampliamente extendido en buena parte del territorio de Brasil. Pero estos últimos días las mangueiras pasaron a ser noticia por otros motivos menos botánicos: las copas de estos árboles eran “el alojamiento” de trabajadores rurales contratados por productores ganaderos del Estado de Pará, al norte del país.
Las autoridades brasileñas se encontraron con esta situación la semana pasada en las inspecciones realizadas a dos establecimientos dedicados a la ganadería, en los que fueron encontrados 35 asalariados en condiciones análogas a la esclavitud, según informó la organización Repórter Brasil, especializada en estas problemáticas, tan extendidas como medievales.
Entre las víctimas de estos abusos patronales, se encontraba una mujer y seis jóvenes con menos de 18 años. Estaban en este predio desde hacía aproximadamente un mes, básicamente para tareas de limpieza de terreno para crianza de ganado y cortando madera en zonas de monte nativo, con los mismos fines.
La inspección laboral encontró, además, que los menores de edad tenían documentos con la fecha de nacimiento cambiada y que las condiciones de salud e higiene eran pésimas. No tenían acceso a servicios sanitarios y la comida era absolutamente escasa, según divulgó Repórter Brasil.
La expansión ganadera en la zona norte y nordeste de Brasil es un fenómeno relativamente reciente, y está relacionada a los cambios en la matriz productiva que se viven al sur del país, donde se ha concentrado históricamente la mayor actividad pecuaria.
Algunos ejemplos pueden resultar gráficos de este fenómeno. Araçatuba es una ciudad ubicada en el Estado de São Paulo, al sudeste de Brasil, y durante muchos años fue reconocida como la “capital nacional del ganado”.
Sin embargo, en los últimos años la situación ya no es la misma. El presidente de la agremiación local de ganaderos, Alfredo Neves Filho, reconoce que el pasaje de la cría de ganando bovino a la producción de caña de azúcar para etanol significó una “salvación” para el sector.
Los productores ganaderos están optando por arrendar sus tierras a las usinas sucro-alcoholeras –o producir ellos directamente la caña de azúcar- por una razón muy simple: la rentabilidad de esta nueva actividad es tres veces mayor que la que venían desarrollando, y eso ha provocado que la ganadería se expanda hacia otras zonas de Brasil.
Foto: Repórter Brasil
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